Cómo me cambió el método Konmari

Hace meses, ya no recuerdo cómo, me topé con el método Konmari, una forma de organizar toda nuestra casa para así organizar nuestra vida y poder ver con más claridad qué es lo que nos hace felices. Así es como lo apliqué yo y esto es lo que he descubierto:

Solo daré unas pequeñas pinceladas sobre en qué consiste el método konmari porque toda la información está en el libro de Marie Kondo (la creadora) titulado «La magia del orden: herramientas para poder ordenar tu casa…¡y tu vida!». O en internet.

El método konmari persigue que seamos felices. Que estemos satisfechos. Que nuestra casa sea nuestro refugio donde nos sintamos felices y en paz. Es algo muy típico de la filosofía oriental. Para ello deberemos deshacernos de todo aquello que no nos sirva, que guardamos por compromiso y que no tiramos por nostalgia del pasado o ansiedad por el futuro. Y nos quedemos con todo aquello que nos haga felices (o porque es completamente necesario aunque no nos haga felices como los papeles del seguro del hogar).

Así pues diré que el método konmari se divide en dos partes esenciales: tirar y ordenar.

Tirar

Se tira antes de ordenar. ¿Por qué? Porque seguro que muchas veces te has encontrado con que tienes la mesa de trabajo abarrotada de cosas y has pensado «esto lo tengo que organizar ya» y has movido las cosas de un lado a otro y te has dado por satisfecho. O seguro que has pensado «necesito comprarme una cajonera porque es que ya no me cabe nada». Error.

Nos sobran cosas. No nos falta espacio.

Pero no tiramos al tuntún cosas conforme se nos pongan por delante. Hay que seguir un orden establecido y razonado por la autora:

  1. Ropa
  2. Libros
  3. Papeles. Todos los papeles de la casa desde folletos a facturas. Se quedan fuera cartas personales o fotografías. Eso va en objetos personales.
  4. Objetos varios. Komono en japonés. Aquí entrarían los aparatos electrónicos, la colección de cargadores y móviles antiguos, cosas de la cocina, del baño… Todo lo que se te ocurra y que no pertenezca a otras categorías.
  5. Objetos personales. Su nombre creo que lo dice todo. Todo aquello que tenga un valor sentimental.

Esto es muy importante. Se organiza por temáticas y no por habitaciones porque la idea es poner junto todo lo que pertenece a la misma categoría. Esto es porque (por lo menos a mí me pasa) tenemos ropa por todas partes: en el armario, en la pila para planchar, en el perchero, abrigos en otro armario, unas cajas con ropa de otra temporada… y así con todas las categorías. Eso se tiene que acabar. Nada de tener «papeles importantes» repartidos por la casa o en mil carpetas. Lo que es de una misma categoría va junto.

Ordenar

Y pasa tres cuartos de lo mismo con la organización. Hay que hacerlo todo a la vez y siguiendo las mismas categorías que en la fase de tirar. El lema en esta parte es:

Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio.

Todo tiene que tener un sitio. Se acabaron las repisas para dejar las cosas, ceniceros, cajones, cuencos… Las llaves, las cartas que no has leído, el fular que llevabas en la calle, etc. Todo debe tener un lugar en la casa. Y lo mismo debe de ocurrir con todos esos objetos que no se mueven a diario. Esto es muy importante porque si algo no tiene un lugar propio, acabará por medio, atrayendo a más objetos sin lugar. Y al final volveremos al caos inicial.

Qué hice yo

Lo que yo hice fue, ni más ni menos, seguir el libro a rajatabla. Cogí cada objeto, lo miré y reflexioné sobre si ese objeto me hacía feliz de alguna manera. Si la respuesta inmediata era ¡Sí!, no había más que hablar, se quedaba. Si tardaba más de un segundo o dos en contestar entonces ya surgía el problema. ¿Por qué conservaba ese objeto? ¿Había sido un regalo de alguien preciado? Tal vez lo guardaba porque sentía que tenía un compromiso, porque era un recuerdo de una época feliz… Pero el caso es que al cogerlo, aunque fuera un recuerdo de una época feliz, ya no me hacía feliz. Porque haciendo este método comprendí una cosa: las épocas felices, los recuerdos valiosos, los momentos inolvidables están en nuestra cabeza, no en el objeto que nos empeñamos en guardar.

Según konmari hay dos motivos esenciales por los que no tiramos algo aunque sepamos que no nos hacen felices y no puedo estar más de acuerdo: por nostalgia del pasado y por ansiedad al futuro.

Por nostalgia me he resistido a tirar muñecos de mi infancia. Y los condenaba a coger polvo en el fondo de una caja que no tocaba en todo el año. ¿Cómo podía estar haciéndome feliz algo que no veía nunca y que continuamente olvidaba que tenia? Y si el muñeco pudiera hablar, ¿qué me diría de su existencia? Todos hemos visto Toy Story. Así pues me decidí a donarlos y que volvieran a hacer felices a otros niños.

Ansiedad al futuro. Una emoción que conozco muy bien. ¿Cuantos minifrascos de gel de ducha tiraría? Decenas. Pero nunca me decidía a tirarlos porque ¿y si los necesitaba en algún viaje? ¡Pero si es en los viajes donde los consigo! Todo es razonar un poco y enseguida vemos que acumulamos y acumulamos solo «por si acaso».

En las fotos podéis ver todo lo que tiré. Más de 150 libros. No me hacían feliz. Los leí una vez y se acabó. No voy a releerlos. Lo que tenía que aprender de ellos ya lo aprendí. Así que los vendí en una tienda de segunda mano. Porque no se trata de tirar a la basura sin más. La ropa y los juguetes los doné, los libros los vendí y lo demás lo reciclé donde correspondiese.

Algunas conclusiones

Como veo que me estoy alargando mucho, quiero terminar la entrada con algunas conclusiones  y recomendaciones:

¿Para qué sirve todo este esfuerzo titánico de darle la vuelta entera a la casa? 1º para que suponga tal shock, que el cambio será radical y ya nunca quieras volver al estado inicial y 2º porque cuando termines, mires donde mires solo verás cosas que han pasado por tus manos y has pensado que te hacen feliz. La sensación es genial.

¿Cómo empiezo? De golpe. Una mañana, desayuna fuerte y ponte a ello. Sin música. Siente tu casa y siente tus cosas. No embotes tus sentidos con otros estímulos. Es algo que tienes que hacer tu solo porque el cambio se va a dar en tí.

¿No me pueden ayudar? Rotundamente no. Es más. Si no te ven mientras haces la limpieza mejor. Las personas somos criticones, nostálgicos y acaparadores por naturaleza. Alguien a tu lado va a impedir que conectes realmente con el objeto y si además están relacionados con muchas de tus pertenencias (mucha de nuestra ropa o libros nos los regalan gente cercana), impedirán que te deshagas de ellos con tranquilidad por el apuro de que te vean.

¿He de sentirme mal por tirar tantas cosas? En absoluto. Todas las cosas en tu casa tienen una función y cuando las tiramos es porque ya han cumplido su función. El caso es que su función no es siempre la que nos pensamos. A lo mejor la función de ese libro no era entretenerte sino enseñarte que no te gusta la ciencia ficción (esa en concreto). O la función de ese vestido que compraste hace 5 años y no te has puesto nunca es que no te queda bien ese estilo. Cuando me deshacía de cada cosa pensaba en que su función ya estaba hecha y ese objeto había cumplido su misión en mi vida.

Ya he hecho el método konmari, ¿y ahora qué? Ahora a seguir adelante con este cambio. Una vez que has tenido toda tu ropa junta encima de la cama para decidir qué te quedas y qué no, te das cuenta de la muchísima ropa que tienes. Incluso el montón de la ropa que te hace feliz es gigantesco. Te lo pensarás dos veces antes de comprarte nada más porque has visto realmente el volumen que ocupa y la cantidad de cosas que tenías sin que aportaran nada a tu vida.